SCSC dan un taller en el centro cultural Matadero de Madrid.
Una de nuestras componentes relata cómo vivió este reto del grupo.
Fotografías: @estudioperplejo / Intermediae / Ciudad Bailar - Deslizar la Ciudad.
Por mi experiencia propia, yo, Tatiana Núñez, como integrante del grupo SCSC (San Cristóbal Street Culture), recuerdo que cuando nos hicieron la propuesta del taller fue como un "¡boom!". Algunas se dejaban llevar por los miedos al "¿y si nos equivocamos?, "qué vergüenza me va a dar", "voy a estar nerviosa"... ya que era la primera vez que daríamos un taller el pánico, nos invadió por completo, pero poco a poco juntas pudimos despejar todas esas malas vibras y ser nosotras mismas para expresárselo a la gente.
Muchas integrantes no pudieron ir al Taller por razones personales, pero aun así la preparación fue estupenda ya que desde el principio hablamos sobre los temas que planeamos y sobre cómo nos organizaríamos en el escenario. Que nuestros educadores, Miguel y Silvia, estuvieran ahí en todo momento para cualquier problema o cuestión y dándonos ánimos fue algo que nos motivó mucho, ya que aunque nosotras por los nervios pensábamos que lo hicimos mal ellos nos decían lo bien que lo habíamos hecho sacándonos una sonrisa y quitándonos esas inseguridades.
Antes de dar el taller nosotras, recibimos talleres por parte de Mayra y Paloma. Ellas nos enseñaron cosas como: explicar, expresarnos... Ellas eran diferentes en su estilo pero igual era lo que querían expresar.Unos días antes del taller en el Matadero hicimos un pequeño ensayo con las educadoras de los PIC de Villaverde, fue divertido ver cómo las mismas personas que nos dan la oportunidad de ser quienes somos y hacer lo que hacemos nos dieron la oportunidad de enseñarles lo que hacemos.
El día del taller quedamos en el Centro Cultural de San Cristóbal de los Ángeles las chicas que más hablaríamos y tendríamos más "protagonismo" en el taller para comer. Desde hace días teníamos el horario de salida, y teníamos muy clara la ruta para llegar puntuales.
Nos colocaron un micrófono diadema y ensayamos 20 minutos, ya que llegamos muy temprano. Llegaron nuestras otras compañeras y ensayamos las últimas veces.
Cuando empezó a llegar la gente no parábamos de hablar porque los nervios invadían nuestra mente, pero poco a poco mientras hablábamos, salíamos e interactuábamos todo se volvió diferente.
Fue una experiencia inolvidable que me gustaría volver a vivir.
Gracias a nuestros educadores y a todas las personas que hicieron ese taller posible.
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